Ni siquiera su sombrero de vaquero podía hacer sombra al fuego italiano que irradiaban sus ojos.
Allie, una madre soltera, había sido contratada para dar un curso de acolchado en el rancho A Bar A. Nada más llegar, un vaquero muy serio la acusó de estar en una finca privada sin autorización. Y Allison decidió que no quería saber nada del arrogante señor Casali.
Pero cuando su hija, que llevaba un año sin hablar, le dedicó a Alex su primera palabra, Allie empezó a preguntarse si detrás de sus ojos grises podía haber más de lo que parecía a primera vista.
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